domingo, 13 de febrero de 2011

Padre, abuelo, hermano, tío… y sobre todo persona.

Mi abuelo murió hace apenas dos semanas. Era mayor, tenía dos cánceres, y estábamos preparados para que pasase en cualquier momento, pero siempre es muy duro. No me pude despedir, así que le escribí esta carta. Te quiero Abuelo.

Padre, abuelo, hermano, tío… y sobre todo persona.

Te has ido despacio, sigilosamente, sin hacer apenas ruido. Nos has dejado solos, vacíos, carentes de toda esperanza. Parece mentira que una persona desaparezca en un instante, que entre la vida y la muerte exista un único segundo. Han sido 15 años a tu lado, con sus cosas buenas, y sus cosas malas, como todo. Nacimos tus nietos, Cristina y yo, Álvaro, más tarde tus nietos Adrián y Alicia, y mucho antes Alfonso y Nerea. Pero tu vida no siempre ha sido un camino de rosas. Perdiste a tu mujer, a tu amor, y sufriste el dolor más grande que un padre pudiese soportar: la pérdida de dos de tus hijas, Esther, y Miriám. Has vivido unos largos 87 años. Naciste en Cuenca, la vida te llevó mucho a Jaén, pero acabaste en Madrid. Más tarde el destino te llevaría a Roma, y unos años más tarde, vuelta a Madrid, momento en el que la abuela y tú decidiríais mudaros a Aranda de Duero. Creo que no he conocido a una persona más trabajadora que tú. Siempre te recordaré entre tus libros, con tus montañas de periódicos, y sentado delante del ordenador con un cigarro en la mano. Te has adaptado a la época, pasando de la máquina de escribir al ordenador. Siempre fiel a tus ideas, defendiéndolas a capa y espada, pero siempre con argumentos y desde la racionalidad, y con esa vena periodística que en parte he heredado. Me quedo con lo bueno, con todo lo que me saca una sonrisa al pensar en ti: la postura con la que siempre te sentabas en el sofá sujetando tu mochila, tu facilidad para entablar una conversación, siempre desde el respeto, cada vez que llamabas a casa de tu “doctor” y me sacabas una carcajada, tus ganas de aferrarte a la vida y de aceptar todo tratamiento aunque física y emocionalmente te agotase. El sonido de las teclas del ordenador que se oía desde el salón, tu café de después de comer, tus paseos, el gorro que tenías que ponerte en el período de quimioterapia...Todo. Has vivido todo lo que tenías que vivir, con una gran calidad de vida, y el último año, aunque haya sido un poco más duro, has aguantado como un campeón. Nos has dejado un gran vacío, abuelo, pero sé que estés donde estés, estarás bien, reuniéndote con tus hijas y tu mujer. Muchas gracias por tu experiencia, por ser tú, y creo que hablo en nombre de toda la familia y de todos tus amigos cuando digo que te echaremos de menos. Te quiero abuelo.

1 comentario:

  1. Todo eso que has escrito me siento como un poco ahí, mi abuela también tiene cáncer, quisiera que jamas sufriera, pero es algo inevitable, la verdad que bonito todo eso que has escrito Alvaro.

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